La línea
En las profundidades del universo lenguas de fuego construyen la línea. Los brotes de la primavera la estiran y la miman y le ponen alas en sus zapatillas. Cuando llega el verano ella quiere ser orquesta canción y guitarra entonces se estira salta y baila. Y cuando aprende a volar recorre todos los escenarios del mundo, cruzando ríos y montañas. Dibujando en lo más alto de las ciudades sueños llenos de música. En otoño la línea se precipita cayendo a borbotones sobre la hierba que la mantiene fresca y viva. Y en invierno con la llegada de las primeras nieves la línea se disipa, se dispersa y muere.
La alondra
Vuela la alondra mide la tarde. El río pasa cuenta los árboles. Suenan las campanas dicen que ha muerto alguien. Baja la alondra desde los aires. Mi muerte sabe.
A orillas del Órbigo
A orillas del Órbigo una garza estrena la tarde mientras las aguas del río bañan su plumaje. A orillas del Órbigo una trucha salta por el aire mientras los negros vencejos acarician el cauce. A orillas del Órbigo las libélulas se abrazan inquietas mientras las ocas del río avanzan por la sombra. A orillas del Órbigo dos tórtolas caminan altivas mientras el musgo las acaricia y mima. A orillas del Órbigo mi cuerpo estalla en suspiros mientras la frágil memoria se pierde entre los rápidos que adormecen mis sentidos.
Éxtasis
Ya encontraron los dioses su estatura para estar entre el musgo de sus caricias. Ya es un tacto de nieves y pupilas el sosiego de dos seres enamorados. Existe la ternura, hierven tactos, estallan como abrazo, como chispas los deseos, reposan en las cumbres los asombros, se inquietan sus relojes que sufren, se esfuerzan y sonríen. Se fatigan los vientos en sus curvas. Existen los espacios en el cosmos con sus exactitudes y sus furias serenadas. Ella es la plena mansedumbre, él un remanso de campanas que llegan y llegan a la altura de sus montes y laderas por donde la escarcha del hombre se deshiela. Pulsos, quejidos comenzados, se estremece la carne sus engranajes que respiran, se retuercen y sonríen. Se congregan las llamas verticales, ascendiendo hermanadas al éxtasis.
Ave fénix
Truenos, relámpagos auroras boreales. La tarde se enciende entre cañaverales. Lenguas de fuego se agitan por el valle mientras la tierra revienta por el fondo de su cauce. En lo alto de la colina lenguas de fuego modelan su cuerpo mientras la fragua del tiempo escribe su linaje. Plumas, alas y pico el ave fénix renace. Mientras el hombre se aferra a sus garras y a su plumaje.